Hace apenas unos años, Mariana, recién graduada de ingeniería, tocaba puertas sin encontrar su primer empleo. Llevaba un currículo impecable, pero ninguna experiencia práctica. Hasta que una empresa decidió abrirle las puertas, invitarla a un programa de mentoría y darle un reto real. Hoy, Mariana lidera proyectos clave en esa misma compañía.
Historias como la suya no son raras: son la prueba de que cuando una empresa apuesta por el talento joven, gana mucho más que un colaborador; gana un aliado con energía y compromiso.
El momento de actuar es ahora
En México, miles de jóvenes viven la misma situación: talento de sobra, oportunidades escasas. No es que falten ganas ni preparación, sino que hay una brecha entre lo que enseñan las universidades y lo que exige el mercado laboral. Las empresas tienen en sus manos la posibilidad de cerrar esa brecha y, al hacerlo, transformarse ellas mismas.
Por qué invertir en talento joven transforma también a la empresa
Cuando una compañía se involucra en la formación de los recién graduados:
- Recibe ideas frescas: ellos traen la mirada del futuro, nuevas formas de pensar y trabajar.
- Construye lealtad: quien siente que le dieron su primera oportunidad suele quedarse y crecer con la empresa.
- Gana reputación: se convierte en referente para otros jóvenes y para la comunidad.
Cómo pasar del discurso a la acción
- Programas vivenciales: invitar a jóvenes a conocer de verdad la cultura y los procesos de la empresa.
- Retos con impacto real: darles problemas concretos que resolver y acompañarlos durante el proceso.
- Mentores de carne y hueso: líderes dispuestos a compartir su experiencia y, al mismo tiempo, aprender de nuevas generaciones.
- Puentes con universidades y plataformas de empleabilidad: crear vínculos que acerquen a los jóvenes al mundo profesional.
- Formación integral: no solo técnicas o herramientas, también liderazgo, comunicación y colaboración.
Historias que inspiran
Cada vez más empresas mexicanas están descubriendo que abrir espacios para jóvenes no es un gasto: es un motor de innovación y frescura interna. Desde programas de becarios que se convierten en futuros gerentes, hasta proyectos donde universitarios resuelven desafíos reales de negocio, el efecto es tangible: nuevas ideas, más motivación y equipos más diversos.
De contratar a cultivar
Estamos pasando de la era del «reclutamiento» a la era del «cultivo». Las empresas con visión entienden que formar talento joven es sembrar hoy el liderazgo del mañana. Y ese cambio no solo beneficia a la empresa, sino a toda la sociedad: menos desempleo, más movilidad social y economías locales más fuertes.
Conclusión: Una oportunidad que no puede esperar
Las empresas que se atrevan a invertir tiempo, recursos y corazón en formar talento joven verán resultados más allá de sus indicadores. Verán innovación, lealtad y orgullo compartido.
El futuro pertenece a quienes deciden apostar hoy por las nuevas generaciones. Y cuando eso sucede, todos ganamos: la empresa, los jóvenes y el país.
Elba Torres Ornelas | Líder en empleabilidad de talento joven y fundadora de Momentum Universitario